En un escenario futuro podría ser que todas las decisiones docentes se automatizaran. ¿Podemos formar a seres libres en base al control del comportamiento? ¿Lo podemos cuantificar todo?
La utopía no es algo que exista previamente. Se llega a ella a través del trabajo y esfuerzos propios, y por nuestros anhelos de vivir y de hacer un mundo mejor. El mundo educativo debe luchar para que así sea.
El pasado día 17 de enero de 2018 asistí a la presentación de los libros de la colección outerEDU de la Editorial UOC que se celebró en el Auditori de la FNAC (el Triangle) en Barcelona. Esta tiene por objetivo “promover una opinión fundamentada sobre educación y sociedad digital”. Su nombre, outerEDU, deja claro que quiere aportar visiones periféricas e incluso externas a la educación con el fin de enriquecerla y de promover algunos cambios necesarios. De ahí que el acto de la presentación llevara este sugerente título: “La educación del futuro a debate: distopía o utopía?”. Y no defraudó. Ofreció un debate que navegaba entre escenarios de tecno-optimismo y de tecno-pesimismo educativo.
La presentación fue moderada por la periodista Núria Riquelme y dirigida por Xavier Mas, el coordinador de la colección. El acto contaba con la presencia de Raúl Santiago, co-autor de los libros “Learning Analytics” y “Flipped Classroom” y Guillem Garcia Brustenga, autor de “La Reina Roja“. Este último es un libro de entrevistas a expertos en sociedad, economía y educación digital sobre el papel de la educación en la sociedad líquida. Se trata de un libro ameno y directo que evidencia los retos más críticos a los que se enfrenta la educación (digital). Precisamente, en la presentación asistieron 3 de los entrevistados en el libro: Jordi Riera, Miguel de la Ossa y Baptista Borrell. Finalmente, cerraban esta fila 0 de lujo Ismael Peña-Lopez, Linda Castañeda y Jordi Adell, expertos en educación y tecnología, siempre con el sentido crítico afilado.
Del debate surgieron muchas ideas interesantes. Me gustaría destacar solamente un par, que confrontan muy bien el título de la presentación:
- Sobre las métricas de aprendizaje:
En el libro “Learning Analytics“, Raúl Santiago (@santiagoraul) propone maneras de aprovechar los datos generados por los estudiantes en su paso por aquellas plataformas y entornos que los docentes utilizan en las aulas. A partir de estos datos, que miden y cuantifican informaciones relevantes (tiempo de conexión, consulta de materiales, evaluación de comprensión, etc), se facilita la toma de decisiones docentes que ayuden al aprendizaje de los alumnos. Al respecto, Jordi Adell (@jordi_a) comentó que no se puede medir todo, aunque los datos numéricos obtenidos, al ser números, parezcan ciertos. En un escenario futuro (distópico o utópico) podría ser que todas las decisiones docentes se automatizaran a partir de la analítica de datos; que toda la actividad del estudiante se insertara en un entorno digital que “monitoriza” cada acción. En este caso sería un algoritmo que podría sustituir a la figura docente. ¿Podemos formar seres libres en base la educación en el control del comportamiento? ¿Lo podemos medir/ cuantificar todo? Como afirma Audrey Watters (@audreywatters), mucha tecnología de métricas y de datos implica también dirigir las emociones, y esto es el control de la conducta. De nuevo, en un escenario así nos encontraríamos con una forma de no-educación.
- Sobre las sinergias de la “industria” edtech con el sistema educativo y la pedagogía:
Baptista Borrell (@Bbborrell), empresario del campo edtech (tecnología educativa), afirmó que el sector educativo debería plantearse qué le puede aportar la industria edtech. Y a su vez, que la academia investigue qué soluciones edtech funcionan para el sector educativo. Apuntó una expresión suya que aparece en el libro “La Reina Roja“: la edtechcéutica. Es un concepto hecho a imagen de lo que representa la industria farmacéutica con la salud. Linda Castañeda (@lindacq) respondió con un explicativo “se me abren las carnes cuando se habla de una industria educativa” en el sentido de que la educación no comparte este objetivo, el de ser industria, del “aprender más, más eficientemente y con menos costes “.
Un tuit post-presentación desprendía que el debate aún está abierto, y mucho.
Ante la confrontación de posiciones tecno-optimistas y tecno-pesimistas, Guillem Garcia Brustenga (@txerdiakov), tecno-optimista, propuso una visión pragmática: tomar el camino del medio. Ya que estamos aquí, exploremos. Uno de los expertos entrevistados en su libro, Jordi Riera (@JordiRiera1), nos recordó precisamente que estamos en una nueva época; nos encontramos en “el inter-reino donde el viejo mundo no funciona y el nuevo se nos escurre entre los dedos” del que hablaba Zygmunt Bauman. Ante la sociedad líquida, Riera, como Bauman, se ve como un pesimista esperanzado. ¿No es un poco optimista?
Xavier Mas (@xmasBCN) cerró la presentación encontrando puentes y acuerdos entre posiciones. Los extrajo de su libro “el Tejido de Weiser“, libro totalmente recomendable para los que nos dedicamos a la educación digital. Una de las ideas más potentes que nos dijo, por cierta y por sencilla, es que la tecnología nos es constitutiva; “Somos tecnología”. Citando el paleontólogo Eudald Carbonell, afirmó que somos más inteligentes gracias a la tecnología y hacemos mejores herramientas que a la vez nos hacen mejores (y entramos en un bucle). Para él, la tecnología tiene que ser emancipadora, com lo es la posesión de la palabra por parte del oprimido (haciendo referencia a Paulo Freire). Solamente podemos ser optimistas si creemos en su potencial emancipador. Él, optimista, piensa que esta nueva época nos puede hacer recuperar ideas de los “clásicos” de la pedagogía.
El filósofo Ernst Bloch, en su obra “el Principio de la Esperanza“, decía que la utopía -que etimológicamente significa “no lugar” – no es algo que exista previamente sino que existe como proceso para llegar a ella. Y no se llega conducido por un liderazgo definido si no a través del trabajo y esfuerzos propios, y por nuestros anhelos, personales y colectivos, de vivir y de hacer un mundo mejor. El mundo educativo debe de tenerlo claro y luchar para que así sea. Yo también soy optimista. Y ustedes, ¿qué piensan? Ante escenarios futuros de utopías y distopías educativas, ¿son tecno-optimistas o tecno-pesimistas?
Musica de fondo: Video killed the radio star, Benaud Trio (original de The Buggles, 1979):