Hay un espacio profesional amplio que recae principalmente (por no decir exclusivamente) en el pedagogo/a.
Desde las facultades de Educación tenemos que aceptar sin complejos la amplitud del/la profesional de la pedagogía pero evitando formar profesionales dispersos y sin competencias adecuadas.
El grado de Pedagogía tiene asociado muchas salidas laborales. Estas se agrupan normalmente en tres ámbitos: El de la educación formal, el social y el empresarial -aunque el primero atraviesa a los otros dos¹-. En comparación con otros grados hay un abanico de opciones de lo más diverso/disperso. A pesar de ello, en el grado no existen itinerarios preestablecidos. Por ello cada estudiante se tiene que construir el propio a medida. En consecuencia tiene que escoger un itinerario que lo encamine a través de la gran oferta y así poder especializarse, mínimamente. Si no lo tiene claro desde el principio, tiene que ir tocando asignaturas hasta encontrar el itinerario adecuado. Y quizás, al terminar el grado, complementará su formación con algún posgrado o máster para tener las competencias de especialización que necesite.
Jaume Sarramona, catedrático emérito de Pedagogía de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) tiene un par de escritos (en catalán) muy interesantes y críticos sobre el papel de los estudios de Pedagogía (Sarramona, 2011; 2017, pp.6-7). En resumen, dice que el grado de Pedagogía no tiene suficiente especialización ni conexión directa con el mundo laboral, a diferencia de los grados de Maestro y de Educación Social. Opina que con la adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), los estudios de Pedagogía deberían haber pasado a ser formación de posgrado (posgrado, máster y doctorado) que sirviera de especialización.
Es cierto que el/la profesional de la pedagogía tiene que compartir espacio con otros profesionales de la educación (maestros, educadores sociales y psicopedagogos). Y a veces, se reparten los mismos sitios de trabajo. Conozco a un pedagogo trabajando de educador social en una entidad socioeducativa y de participación comunitaria. Y he visto a maestros haciendo de pedagogos en una editorial de libros de texto. A todos nos une la educación y la formación de personas. También hay espacios donde la figura del pedagogo/a no puede ejercer: a la educación infantil y primaria no se puede acceder sin la formación correspondiente del grado de maestro/a. Y desde 2009, para ejercer en la educación secundaria se requiere estar en posesión del máster de Formación de Profesorado de Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato, hecho que es fuente de debate.
Ahora bien, más allá de espacios comunes y de espacios vetados, hay un espacio profesional amplio que recae principalmente (por no decir exclusivamente) en el pedagogo/a. Tiene que ver con el diseño educativo e instruccional: analizar, diseñar, desarrollar, implementar y evaluar cursos y formaciones de todo tipo (presenciales, a distancia, blended, MOOC), actividades, secuencias didácticas, rúbricas de evaluación, recursos y materiales didácticos (en cualquier formato, también digital), formación de formadores (maestros, educadores, profesionales), formación en metodologías innovadoras de enseñanza, asesoramiento de equipos docentes en estas metodologías, y un largo etcétera.
Para explicar mejor lo que hace un/a pedagogo/a a diferencia de otras figuras relacionadas con la educación, hay quién hace una analogía con la figura del arquitecto/a: quien diseña, planifica, hace maquetas y supervisa y evalúa las fases de construcción del obra. También se puede hacer con la figura de chef: quien diseña el menú, calcula los tiempos de preparación y de cocción y supervisa su elaboración. En el caso del pedagogo/a, esta obra construida o cocinada es la formación (en forma de acción formativa, por ejemplo). Sea como la arquitectura o como la cocina, la pedagogía tiene este espacio propio ligado con el diseño y la organización, y hay que conocerlo.
Para no caer en simplificaciones ni en reduccionismos, es importante ir recogiendo y concretando los diferentes ámbitos donde se puede desarrollar y se desarrolla la figura del pedagogo/a. Aquí el Col·legi de Pedagogs de Catalunya (COPEC) hace un gran trabajo al respecto. Pero hace falta esforzarse más porque hay zonas poco definidas.
Desde las facultades de Educación y/o Ciencias de la Educación debemos aceptar sin complejos la amplitud del/la profesional de la pedagogía, evitando formar profesionales dispersos y sin competencias adecuadas. Se tiene que facilitar un grado de especialización suficiente poniendo de relieve este espacio propio del pedagogo/a, alineando las necesidades de estos espacios profesionales con una formación competencial adecuada. Es necesario que el estudiante sea plenamente consciente de ello y pueda sentir que tiene un espacio claro y definido de ejercicio profesional. Sólo así podrá ponerse un horizonte de carrera concreto y sacar conscientemente el máximo rendimiento de su paso por el grado.
(Texto publicado en catalán en Senderi y en el blog de ApS)
Música de fondo: Katie Melua, God on the drums, Devil on the bass (2010)
Nota al pie: 1- El Dr. Jordi Riera (@JordiRiera1) así los expresó en la I Jornada Universidades-Col·legi de Pedagogs de Catalunya (COPEC), celebrada el día 1 de marzo de 2018.
Referencias: Sarramona, J. (2011). El futur dels estudis de Pedagogia a la universitat. Edu21. Recuperat de: http://edu21.cat/el-futur-dels-estudis-de-pedagogia-a-la-universitat/ Sarramona, J. (2017). Situació actual del/la pedagog/a professional. Educació i Xarxa (EIX). 11. pp. 6-7.